“Del mismo modo que hubo una primera vez que alguien hizo saltar una
chispa frotando dos palitos, hubo también un primer momento de alegría
y un primer momento de tristeza. Era un tiempo en el que continuamente
se inventaban sentimientos nuevos. Pronto nació el deseo, y también
el arrepentimiento. La primera vez que se sintió la terquedad, se
inició una reacción en cadena y, por un lado se creó el resentimiento y,
por el otro, la marginación y la soledad.
Tal vez cierto movimiento de caderas en sentido contrario
al de las manecillas del reloj marcó el nacimiento del éxtasis, y un
rayo provocó el primer orgasmo. O quizá fue el cuerpo de una muchacha
llamada Alma.
Contrariamente a toda lógica, la sorpresa no nació de
inmediato. No llegó hasta que la gente tuvo tiempo de acostumbrarse a
lo que eran las cosas. Y, transcurrido el tiempo suficiente, alguien
experimentó la primera sensación de sorpresa, y en otro lugar alguien
sintió la primera punzada de nostalgia.
Es cierto que a veces la gente también sentía cosas para
las que no había palabras, y no se hablaba de ellas. Es posible que la
emoción más vieja del mundo fuera la de sentirse conmovido; pero
describirla - nombrarla siquiera - debía ser como tratar de apresar
algo invisible.
(También es posible que el sentimiento más antiguo del mundo fuera, sencillamente, la confusión.)
Una vez la gente empezó a sentir, creció el deseo de
sentir. Todos querían sentir más y más profundamente, aunque doliera.
La gente se hizo adicta al sentimiento. Peleaba por descubrir
sentimientos nuevos. Es posible que así naciera el arte. Se creaban
nuevas clases de alegría al tiempo que nuevas clases de tristeza. La
eterna decepción de lo que es la vida; el alivio de un respiro
inesperado; el miedo a la muerte.
Ni siquiera hoy en día existen todos los sentimientos
posibles. Faltan todavía los que están más allá de nuestra capacidad y
nuestra imaginación.
Muy de tarde, cuando aparece una música como nadie había
compuesto, un cuadro como nadie había pintado o alguna otra cosa
imposible de predecir, entender ni describir, irrumpe en el mundo un
sentimiento nuevo. Y entonces, por millonésima vez en la historia del
sentimiento, el corazón se eleva y absorbe el impacto”.
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