Jorge Luis Borges - El otro (fragmento)
Eramos demasiado distintos y demasiado parecidos. No podíamos engañarnos,
lo cual hace difícil el dialogo. Cada uno de los dos era el remendo cricaturesco
del otro. La situación era harto anormal para durar mucho más
tiempo. Aconsejar o discutir era inútil, porque su inevitable destino
era ser el que soy.
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