“A veces para consolarme, le hablo a mi corazón y le digo que no se
acobarde; le digo que si le ha sucedido alguna desgracia, lo mejor es disfrutar de ella como si fuese una forma de felicidad”.
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“El muy soberbio se enojaba con nosotros porque no o entendíamos. ¿Por qué no hablaba entonces de una forma más clara?”
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“¿A quién odia más la mujer? El hierro le dijo al imán: ¡A ti es a
quien más odio!, porque me atraes, pero no eres lo suficientemente
fuerte como para retenerme”.
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“… poco andarás ya –replicó la serpiente con tristeza- ¡mi veneno es mortal!
-¡Quién ha visto que un dragón sucumba al veneno de una
serpiente! –dijo Zaratustra riendo-. Anda, toma de nuevo tu veneno, que
tú no eres lo bastante rica como para andarlo regando”.
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